domingo, 1 de abril de 2012

BEATO LUIS PAVONI, Fundador


1 de abril


BEATO LUIS PAVONI,
Fundador  
(1849 d. C.)



   Luis Pavoni fue uno de los predecesores de San Juan Bosco en la educación y de los niños huérfanos y desamparados. Nació en Brescia de Lombardía en 1784. Sus padres eran Alejandro Pavoni y Lelia Pontecarli, descendientes de familias nobles y con suficientes riquezas para mantener su posición. Luis era de carácter serio desde niño; su hermana Paulina declaró; "Luis fue desde niño muy devoto, en tanto que yo era muy traviesa." El joven empezó a descubrir su vocación durante las vacaciones que pasaba en Alfinello, donde jugaba con los hijos de los campesinos y les enseñaba el catecismo. En cierta ocasión arrojó desde la ventana su camisa a un mendigo que tiritaba de frío en la calle. Luis tenía aptitudes para las bellas artes y probablemente habría sido un buen pintor o arquitecto, pero a nadie sorprendió que decidiese estudiar para sacerdote. Como la revolución había acabado con todos los seminarios, oven tuvo que estudiar bajo la dirección de los dominicos, hasta que fue ordenado sacerdote en 1807.

   El P. Pavoni no tenía cargo fijo, sino que ayudaba en diversas parroquias de Brescia, particularmente en los "oratorios" fundados por el P. Manelli y algunos otros. En este género de trabajo demostró extraordinaria habilidad. En 1818, cuando sólo tenía treinta y cuatro años, fue nombrado canónigo de la catedral de Brescia y párroco de San Bernabé. Junto a la iglesia había un antiguo convento de agustinos, en una de cuyas secciones se alojaba el párroco, en en tanto que el resto servía de almacén militar. El nuevo párroco concibió el proyecto de transformar el edificio en "oratorio permanente", es decir en un instituto que albergase en un ambiente de familia y preparase para la vida a los niños abandonados. Viendo todas las dificultades que se oponían a su proyecto el P. Pavoni lo consultó con el crucifijo y tuvo la impresión de que Cristo le animaba a lanzarse a la empresa.

   El obispo, Monseñor Nava, le prometió su apoyo, y el P. Pavoni inauguró su oratorio en un rincón del antiguo monasterio, llamado "el nido de ratas". El primer oficio que eligió para sus chicos fue el de impresor. Los veinte años siguientes de la vida del beato son un tejido de notables éxitos y enojosas negociaciones con las autoridades para conseguir el permiso de imprimir y de utilizar todo el monasterio para el orfanatorio. En aquella época, Lombardía dependía aún de Austria; la Revolución Francesa y Napoleón seguían ejerciendo su influencia y la voz del difunto José II de Austria ("nuestro hermano el sacristán"), todavía se dejaba oír. Como el deseo de independencia agitaba ya al pueblo, las autoridades veían con gran desconfianza la fundación de una imprenta italiana. En cuanto a la cuestión del monasterio, aunque el gobernador austríaco admiraba al P. Pavoni, era demasiado josefinista para devolver a la Iglesia una propiedad que el Estado le había arrebatado. Además, las dificultades inherentes a toda burocracia eran aún más grandes en Lombardía.   En 1823, se concedió al P. Pavoni la licencia de imprimir (aunque la imprenta ya estaba funcionando desde antes), pero el permiso de ocupar el monasterio entero no se le concedió sino hasta 1841. Con la ayuda de sus generosos bienhechores, entre los que se contaban Mons. Nava y la hermana del beato, Paulina Trivellini, pudo éste instalar por fin una escuela de oficios, de dibujo y de música. Naturalmente, no le faltaron las dificultades pecuniarias.

   En 1832, el trabajo de la imprenta del oratorio se distinguió en la exposición de Brescia y el año siguiente, el Papa Gregorio XVI alabó la fundación como "Cosa buona" (una buena cosa) . Pero en 1836, la fundación tuvo que hacer frente a los efectos del cólera, que dejó en Brescia a centenares de niños huérfanos. Entre las enfermeras que más se distinguieron durante la epidemia, se hallaba Paula di Rosa, fundadora de las Siervas de la Caridad (15 de diciembre), quien sugirió a Mons. Pinzoni que organizara una escuela para niños sordomudos. Dicha escuela se confió al P. Pavoni. Por otra parte, el gobernador civil le pidió que se encargase también del Orfanatorio de la Misericordia, La generosa conducta del beato logró por fin que el Concejo Municipal le regalase el edificio de San Bernabé.

   Luis Pavoni era un hombre de mediana estatura, robusto y de cabello sedoso. Era de temperamento ardiente e impulsivo y hablaba con soltura y autoridad. La paciencia y serenidad que había adquirido a fuerza de dominarse, producían una impresión de energía reprimida. Era un hombre bastante culto, de intereses variados y equilibrados. No era superficial, pero tampoco puede decirse que fuese un sabio. Su ideal de la educación, muy abierto, consistía en formar a todo hombre para que pudiese ser realmente bueno. Hay que notar que, cincuenta años antes de la publicación de la "Rerum novarurn", el beato comprendió la trascendencia religiosa de la justicia social y la puso en práctica con sus empleados. Aunque muchos de sus chicos eran literalmente el desecho de la sociedad, el P. Pavoni estaba decidido a hacer de ellos hombres bue nos, buenos trabajadores, buenos ciudadanos y buenos cristianos. Sus métodos pedagógicos, como los de San Juan Bosco, consistían más bien en prevenir y alentar, que en reprimir. El beato prefería la bondad a la severidad. "El rigorisrno decía no lleva a nadie al cielo." Sin embargo, no faltarán sin duda quienes encuentren todavía demasiado severos los métodos del P. Pavoni, olvidando que el material humano que tenía que educar no era precisamente fácil. El P. Pavoni deseaba que en el oratorio hubiese una atmósfera de familia y no de institución. Basta con leer un poco sobre su manera de tratar a los chicos para convencerse de que se trataba de un santo "que amaba a los niños de todo corazón, y al que éstos pagaban con la misma moneda." El P. Pavoni expulsaba sin piedad a los malos elementos para evitar que corrompieran a los buenos; pero, en vez de abandonarles a su suerte, seguía velando por ellos fuera del oratorio.
   Cierto que la elección del "Tratado de Perfección" del P. Rodríguez como libro de lectura espiritual para los niños, no era de lo más acertado. Pero había en cambio, cosas magníficas. Por ejemplo; el beato consideraba tan importante la cocina, que el cocinero y sus ayudantes estaban bajo la vigilancia inmediata del director, quien les exigía buena comida, puntualidad y buenas maneras con los niños; el vino no estaba prohibido, simplemente había que beberlo "con discreción"; una de las formas de recreo que más recomendaba el beato a sus católicos era la representación de comedias. Esto último significaba atraerse las críticas de la sociedad bienpensante de la época, y ni siquiera la presencia del obispo, de los seminaristas y de los alumnos del colegio de los jesuitas, en la primera representación teatral del oratorio, consiguieron acallarlas del todo.

   Durante largos años el beato había acariciado el proyecto de fundar una congregación religiosa que se encargase de continuar su obra. Poco a poco había elaborado las reglas y constituciones de una congregación de sacerdotes y hermanos legos que debían trabajar en sus oficios respectivos. Después de pensarlo y orar mucho, consultó el asunto con Mons. Nava y con el cardenal Angelo Mai, quienes le alentaron a realizar sus planes. Esto decidió al P. Pavoni a poner manos a la obra, a pesar de las críticas de quienes consideraban indigno de un religioso enseñar artes y oficios, aunque encontraban muy normal que enseñase ciencias y literatura. No faltaba razón a Santa Teresa cuando pedía a Dios que la protegiese de los tontos piadosos ...

   El beato compró una propiedad para el noviciado, en Saiano, cerca de Brescia; restauró los antiguos edificios; estableció una colonia agrícola y trasladó ahí la escuela de sordomudos. En 1844, obtuvo de la Santa Sede el permiso de recibir novicios. Pero para ello necesitaba también la licencia de las autoridades civiles austríacas, de suerte que pasaron todavía tres años antes que la congregación de los Hijos de María Inmaculada quedase formalmente fundada[1]. El 8 de diciembre de 1847, Luis Pavoni, que había sido nombrado previamente superior general, hizo la profesión religiosa. El día anterior había renunciando a la canojía y transferido a la nueva congregación los títulos su casa de Brescia, de sus propiedades personales y de los edificios de San Bernabé y de Saiano. Sin duda que, junto con la cruz de canónigo, renunció también a la condecoración de caballero de la corona de bronce que le había conferido en 1844 el emperador Fernando I. En esa ocasión, el beato había comentado en privado: "¿Por qué no me mandó el emperador un saco de harina para la comida de mis chicos en vez de esta medalla?"

   Poco después de fundada la congragación, estalló la rebelión de los lombardos contra Austria. La situación fue haciéndose más angustiosa de día en día. En enero de 1849, el gobierno impuso una gravosa multa a la ciudad de Brescia; los ánimos se enardecieron tanto, que el beato juzgó prudente clausurar su querida imprenta. La tormenta se desató el 26 de marzo, con lo que se llamó "la decena de Brescia". Al día siguiente, el beato partió con todos sus chicos a Saiano, bajo una lluvia tempestuosa. Cuando pasó por Torricelle, su hermana Paulina quiso prestarle un carruaje, pero el anciano se rehusó, diciendo: "No, yo puedo ir a pie como mis chicos." Finalmente la caravana llegó a su destino, exhausta y empapada. El beato subió todavía a la cumbre de la colina para ver arder Brescia y el oratorio en el que había pasado treinta años de su vida. En ese momento tuvo el primer espasmo cardíaco, que había de llevarle a la tumba en unos cuantos días.

   El párroco de Santa María le mandó inmediatamente a la cama, y el P. Pavoni obedeció. Era la primera vez que se acostaba en sábanas de lino, desde que había salido de la casa de su padre. Poco a poco se fue debilitando; murió una semana más tarde, a los sesenta y seis años de edad, entre las lágrimas de sus hermanos y de sus chicos. Era el Domingo de Ramos, 1º de abril de 1849. La víspera, el beato había oído todo el día y toda la noche el rugido de los cañones que bombardeaban la ciudad de Brescia.

   El P. Pavoni fue sepultado en Saiano. Su cuerpo fue más tarde trasladado a Brescia, donde reposa actualmente en la iglesia de la Inmaculada. La causa de beatificación se introdujo en 1919; veintiocho años más tarde, en 1947, Luis Pavoni fue solemnemente beatificado.

   Según parece, todas las biografías del beato están escritas en italiano. El canónigo Luigi Traverso publicó en Monza, en 1928, Un Apostolo della Gioventu, Derelitta; se trata de una biografía muy completa, resumida por Giovanni della Cioppa en Lodovico Pavoni (1946), con algunas correcciones. Vale la pena leer la selección de cartas del beato Letterc del Servo di Dio P. Lodovico Pavoni, que revelan a ese hombre tan simpático y tan poco conocido fuera de Italia.

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