domingo, 8 de enero de 2012

SAN SEVERINO DE NORICO, Patrono de Viena


8 de enero


  SAN SEVERINO DE NORICO, 
Patrono de Viena 
(480 P.C.)



   Patrono de Viena, Austria y Baviera, llega el año 454 a la Nórica, como apóstol.
   Sufrían ya aquellas fronteras del Imperio romano la inminente sacudida de bárbaros y hunos.

   En Austria, a orillas del Danubio, nadie conoce su patria ni su edad; para el mensajero del evangelio, sus años son la eternidad y su patria el reino de Cristo en todo el mundo y en el cielo.

Habla en latín, pero sabe mucho del Oriente, desde Egipto a Jerusalén y Bizancio.

   Un personaje de origen desconocido, eremita sin patria que se niega a decir el lugar de su nacimiento, su pasado es un misterio.

   No es sacerdote ni está investido de ninguna autoridad, pero al poco de llegar a la región danubiana, aquella Nórica que corresponde aproximadamente a la Austria actual y que era camino obligado de las invasiones bárbaras, todo el mundo le reverencia y le obedece.

   Cristianiza las orillas del Danubio desde Viena a Passau fortaleciendo la fe de los indígenas, amansando sorprendentemente a los feroces guerreros que cruzan aquellas tierras en busca del sur (Odoacro, rey de los hérulos, que pronto será dueño y señor de toda Italia, sentía por él un gran respeto) y poniendo las bases de un orden y una civilización que sirvieran de dique a la tumultuosidad de los tiempos.

   Se niega a ser obispo, pero funda monasterios, rescata cautivos, sustenta a los pobres, es un vivo ejemplo de caridad, robustece la disciplina e incluso se muestra experto en cuestiones militares, organizando retiradas estratégicas. Anuncia la vida eterna y se ocupa al máximo de la presente, y al morir los que le han conocido se sentirán huérfanos.

   El año 482 en la fiesta de Epifanía, anuncia su muerte, aconseja a cristianos y religiosos su fidelidad al evangelio entre las invasiones que se avecinan; y, después de recibir el viático, muere santamente cuando sus acompañantes cantaban el salmo: Alabad al Señor en sus Santos.
   Un barrio de Viena, Sievering, le debe su nombre, y Austria le reconoce como su primer apóstol,

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